NATIONAL SEPTEMBER ELEVEN MEMORIAL

No se puede pensar en New York sin pensar en el 11 de Septiembre, o en el Septiembre 11 como dicen los de habla anglosajona, que ellos, en estas cosas, piensan en orden diferente al nuestro, como en otras tantas.

Y desde ese día, no se puede visitar New york sin pensar en visitar el «September 11 – Memorial».

En mi caso no fue distinto, he visitado NY varias veces desde aquel fatídico día lleno de sombras y lamentos, de incredulidad y pasmoso tormento. Día aquel donde las pesadillas mas macabras se hicieron realidad, para aquellos que vivían en un placentero sueño, porque para otros, muchos, la crueldad y las pesadillas eran y son su diaria realidad.

En todas aquellas ocaciones me había resistido a volver al lugar donde la crueldad, la barbarie, la necia irracionalidad tomo forma de monstruosa nube de polvo para engullir nuestra humanidad y cegar nuestros ojos a la verdadera realidad.

El hueco dejado por aquellas majestuosas «Torres Gemelas», símbolos un día, de la opulencia y para mi, de todos, la mayoría de la humanidad, los que en la miserabilidad de sus vidas, no tenían ni tienen ni tendrán lugar en ella, era demasiado grande, demasiado vacío, abismo tenebroso que encogía mi corazón de una forma insospechada. Quizás era el recordar que tantas voces allí gritaron, quizás el saber que tantos corazones allí se preguntaron sin encontrar respuesta, el desconcierto y la angustia flotaban etéreamente en el aire y un enorme y frío vacío se agarraba con fuerza a tu garganta.

No puedo decirte que lloré, porque aunque la angustia y el desaliento manaban descontroladamente del zarandeado fondo de mi ser, todo el era succionado, atrapado y desintegrado, no se si por el vacío ocasionado por la mas sublime de todas ausencia, o por el enorme agujero negro nacido de la densa amalgama de dolor, sufrimiento, crueldad, violencia, desprecio, intolerancia e inhumanidad. 

Pero si puedo decirte que trataba de respirar hondo y no podía, algo envenenaba mi vida. Eso me daba miedo, miedo de intoxicarme con tanta violencia, con tanta crueldad, con tanto desprecio, con tanta oscuridad.

Pero esta vez fue diferente, algo era distinto. La reconstrucción del lugar estaba muy avanzada, casi terminada. Había oído mucho sobre lo encumbrada de la obra allí levantada. Había visto algunas fotografías que me incitaban a querer comprobar por mi mismo los logros allí conseguidos.

Tras varios días en New York cobre el animo necesario para volver a aquel lugar de angustia irrefrenable. Me eche la vieja cámara al hombro, uno de mis objetivos favorito, 35 mm y por su puesto un gran angular para no perderme nada de la escena. Subo al metro, linea «E» y tras unos 15 minutos de vagar por esos túneles, llegamos. Tengo que decir que todo lo que había oído, todo lo que me habían dicho, todas aquellas imágenes que llegaron a mi, todo se quedo en nada cuando extendí mi mirada sobre la metamorfosis que aquella, antaño zona cero, había sufrido.

El cambio era brutal… he de reconocer que me quede sobrecogido, realmente impactado; No me di cuenta de que tenia la boca abierta hasta después de cinco minutos almenos. No solo era una reconstrucción de acero, cemento y ladrillo, es una reconstrucción emocional.

Aquellas lineas, levantan la vista al infinito, suben tu espíritu a un nivel superior, donde se abre un plano mas amplio de tu ser, un plano donde todo se funde para llegar a ser nada, donde la paz te parece al alcance de la mano. Enormes edificios de cristal que se disipan en el azul, para desaparecer entre las nubes. Perspectivas inagotables, ritmos geométricos que invaden e inundan tus pensamientos de una sensación de seguridad, proyección e infinitas posibilidades.

Con forme caminas, la sensación se expande y agranda como si no hubiera limites. Todo tu ser se disipa, se funde com el entorno de cristal y acero. Al mismo tiempo te conecta de una forma suave y emotiva con el pasado, con el dolor de las personas que alli sufrieron, todos esos nombres… cada nombre una persona, un corazón, una emoción, un recuerdo… Demasiados nombres, demasiados.

Pero… ¡Un momento! llevo casi una hora impregnado y fundido en esta sensación y aun no he tomado ni una instantánea, estoy petrificado. Tomo aire, hondo, agarro la cámara y comienzo…

Para mostraroslas he escogido el formato blanco y negro, creo que es el mas idoneo, por que mientras estuve allí observando no vi ningún color.

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